Otro aire: Danza Contemporánea de Cuba

Plasticidad de los bailarines cubanos.
A DANZA

¡ Esteban Cabadas
En su gira por España, que le llevará varios meses, actuó recientemente en el Teatro Arriaga de Bilbao la agrupación Danza Contemporánea de Cuba, cosechando un gran éxito de público y de aplausos. “Es otro mundo, es otro nervio”  comentaron muchos espectadores al término de sus coreografías ‘Demo/n-Crazy’, ‘Folía’ y ‘Mambo 3XXI’. .

El público del País Vasco pudo disfrutar de la excelencia de una de las mejores compañías de danza, única por la forma particular de enfrentar el lenguaje de la danza contemporánea, a partir de una técnica autóctona, donde se mezclan las raíces del folklore cubano con las tendencias de la danza mundial. Es una explosión de arte cubano, donde la danza y la música hicieron delirar al público asistente, que no pudo  sustraerse a la alegría y el entusiasmo que le transmitiero los 22 bailarines.
Danza Contemporánea de Cuba fue fundada el 25 de septiembre de 1959. Desde su creación ha realizado más de 290 estrenos y ha recibido los aplausos de los espectadores y la crítica especializada. Danza Contemporánea de Cuba, actualmente  bajo la tutela de Miguel Iglesias, se ha presentado en los más prestigiosos escenarios del mundo.
Cuadro plástico del ballet cubano en plena actuación.
Sus bailarines se forman en la Escuela Nacional de Danza y son entrenados en la técnica de danza moderna cubana, una práctica elaborada a partir de los ritmos afrocubanos en diálogo con Graham, Cunnigham o Bausch y abierta a todas las tendencias artísticas que llegan a la isla y que son apropiadas desde la perspectiva de la cultura cubana. Los intérpretes están capacitados para asumir cualquier estilo y para dialogar con coreógrafos de cualquier latitud.
Creadores como Maurice Béjart, Mijaíl Baryshnikov, Mats Ek, Kenneth Kvamström, Sasha Waltz, Rafael Bonachela, Juan Kruz, Jan Linkens, e Itzik Galili, entre otros, han llegado a los salones de la compañía, en las inmediaciones de la Plaza de la Revolución de La Habana, para asombrarse ante el virtuosismo de los bailarines, y algunos no han podido resistir la necesidad de coreografiar para ellos.