E. González del Castillo, fundador de ‘Arte y Cemento’

Eduardo González del Castillo, editor.
A SOCIEDAD

¡ Esteban Sánchez
El empresario Eduardo González del Castillo, editor y fundador del Grupo  de Revistas Arte y Cemento, Construdatos, Taresta y otras grandes empresas, falleció en Bilbao coincidiendo con la primavera de su jubilación –aunque nunca dejó de trabajar– y con la publicación de su última obra, ‘Frases, citas y pensamientos célebres’ –un libro muy valioso para periodistas y escritores–, con más de mil referencias de autores que él, con su meticulosa paciencia y dedicación, se encargó de investigar y recopilar personalmente.
     Cuando nadie creía en la ‘fuerza’ informativa  y publicitaria de las revistas en papel, este empresario creó en 1958 la revista de construcción ‘Arte y Cemento’, transformándola de un modesto folleto a la publicación número uno de España en su sector. A ésta la siguieron otras: ‘Alforja’ –alimentación–, ‘Horeco’ –distribución– o ‘Equipak’ –envases y embalajes–, una serie de publicaciones pioneras en su género que, en 1990, constituyeron el Grupo Arte y Cemento que, junto a Construdatos, se venderían años después a la multinacional Elsevier.

Eduardo, de pie quinto por la izquierda, con su equipo comercial.
     Una vez realizado este salto, Eduardo González del Castillo proyectó su actividad directamente en el sector de la construcción, pero nunca olvidó sus raíces de editor y su eterna curiosidad por las obras impresas. Sabía detectar con una simple ojeada y una leve caricia el gramaje y textura del papel de cualquier página: “cuché, satinado, brillo, forzado, repintado…”; conocía muy bien el recorrido de los fotolitos y todos los secretos de la edición. Llegó a trabajar  con la mayoría de las imprentas de Bilbao y Bizkaia, sobre todo con ‘Gráficas Oro’, de la calle Zankoeta número nueve, la de Marcos García, su entrañable amigo y compañero de peleas diarias con el ‘sistema’.
     Pensamientos profundos
     Ya ‘jubilado’ –a pesar de que nunca tuvo mano sobre mano–, Eduardo González del Castillo no quería mirar atrás, volver a hacer lo que un día hizo. Solía decir que “
para mí lo de Arte y Cemento es algo irrepetible, como mi familia, mis poesías, el ajedrez con el que todavía me peleo en la maquinita… En fin, es la vida que pasa”. A pesar de ello, todavía tuvo fuerzas en las últimas semanas de su vida para editar el libro ‘Frases, citas y pensamientos’, una recopilación personal de aquéllos dichos que le llamaron la atención durante toda su vida.

Portada de su libro.
     Por eso, al leer las pruebas de este libro, él solía recordar que había incluido “frases redondas cargadas de enjundia, dichos populares, citas desenfadadas pero llenas de intención ejemplarizante o pedagógica, y pensamientos profundos y medidos que encierran, a modo de compendio, un alegato de vivencia humana”.
     A veces, presumía de ser un “filósofo de andar por casa”, tal vez porque su cerebro le dictaba cada día una lección que él asimilaba con calma. Esa faceta, casi inconsciente, lo convirtió en un pensador no carente de lógica en casi todos los temas, y siempre que podía exponía sus teorías, casi siempre brillantes y sorprendentes.


De izquierda a derecha, Eduardo, Esteban Sanchez, Fernando
Gómez-Serranillos, Juan Rivera, Conchi Moreno y Feliciano
Echevarría, en la Feria Construmat de Barcelona en 1991.
 
     Sin embargo, su pasión fue siempre la construcción
–salvando su admiración por Rudyard Kipling y Miguel de Unamuno, que releía con frecuencia– por eso, su selección de citas la ofrendó precisamente a su sector preferido: “Dedicamos este libro, con todo aprecio y estima, al sector de la construcción, a sus hombres y a aquellos profesionales que, de algún modo u otro, han sido capaces de enriquecerlo”. En este gesto no pudo haber más entrega personal…
 

     Felizmente casado con Ana María Martínez, tuvo tres hijos, Álvaro, Isabel y Álex, que ahora continúan sus actividades, junto a su yerno Vicente, a modo de sucesores de un legado surgido de una incesante vida pletórica de ideas, laboriosidad y éxitos que sólo hombres como el bilbaíno Eduardo González del Castillo pueden llegar a materializar. Dicen que estas odiseas creativas obedecen a “la casta del empresario vasco” que, al final, imprime carácter en los que le rodean. En ese caso parece que fue así.


Eduardo González del Castillo con Alberto Ullastres, miniatro de
Comercio y posterior embajador en Bélgica. El encuentro fue en Bruselas.
     Entrevista con Eduardo
     González del Castillo


Para conocer el talante empresarial de este emprendedor, reproducimos a continuación la entrevista realizada en 2007 –antes de la crisis económica de la construcción– con el fin de insertar sus impresiones en la revista ‘Arte y Cemento’, que en aquel año cumplió sus Bodas de Oro:




      "Crear esta revista fue mi locura de juventud”
 
         ■ “El gran reto consistió en aumentar las suscripciones con una buena
             orquestación de   agentes dedicados a ello”
 

         ■
“Después de 50 años se mantiene la idea general por la  que se creó, que
             continúa siendo la espina dorsal de la publicación”
 
                              
         ■ “Ahora veo en la construcción mayor calidad, mejores productos y
             sistemas, aunque peores precios”
 

Portada de Arte y Cemento.
     Un día de otoño de 1958, un joven bilbaíno vinculado con la construcción decidió crear una revista que auxiliara a los profesionales de este sector de muchas dudas, carencias de información y apoyo en sus tareas cotidianas. Así nació Arte y Cemento, revista decana del sector en España y actualmente una de las mejores del mundo en su género. Su fundador, Eduardo González del Castillo, desvinculado ya de la edición, rememora el nacimiento y trayectoria de esta publicación, que va a cumplir 50 años manteniéndose a la cabeza del sector. Como siempre.
     –¿Cuándo fundó Arte y Cemento y qué motivos le animaron?
     –Es largo de explicar… Era Octubre de 1958, y yo tenía veinticuatro años, la mejor edad para iniciar aventuras. Fue mi locura de juventud. Una valiosa, entrañable e irrepetible locura.
     –¿Qué vinculaciones tenía entonces con el sector?
     –Mientras finalizaba mis estudios de Profesor Mercantil comencé a trabajar en una empresa constructora de Bilbao, de la que adquirí mucha experiencia y conocimientos del sector. Al vivir el día a día de este sector me di cuenta de las necesidades de información que necesitaba el mercado. Alguien tenía que llevarles, casi a pie de obra, las novedades, direcciones de proveedores, normativas y otros textos e imágenes fundamentales.
 
     –¿Existía algún otro medio de prensa en el sector?
 
Perfil de un hombre emprendedor.
     –Sí, ‘La Gaceta de la Construcción’, que desapareció hace ya muchos años y que fue la decana de entonces. Ahora lo es Arte y Cemento. También existían en aquellos años algunos cuadernillos con determinados estudios e informaciones sobre la construcción, pero sin periodicidad alguna y de efímera existencia. Además había dos boletines que informaban de ‘Subastas oficiales’, uno nacional y otro regional.
     –¿Cuál era la periodicidad de Arte y Cemento?
     –Inicialmente quincenal, y así largos años. Durante una temporada también se editó cada diez días, es decir, los 30, los 10 y los 20 de cada mes, detalle insólito para una revista tan especializada y gruesa como ésta.
     –Nació en Bilbao, pero ¿cuándo comenzó a distribuirse por España?
     –Tardamos un poco en salir del País Vasco. El primer año y algunos más coincidieron con el Plan de Estabilización –lo que ahora podrían llamarse ‘recortes’– del entonces ministro de Comercio Alberto Ullastres, que después fue embajador de España en Bruselas. Dicha estabilización aportó años duros para todo el mundo empresarial. En mi caso, menos mal que tenía algunos ahorrillos personales y a que cobrábamos las suscripciones por adelantado… Gracias a eso salimos adelante y pudimos dar la vuelta a la geografía española –por sus precarias carreteras–, dándonos a conocer,  contratando suscripciones y anuncios y haciéndonos, poco a poco, con un equipo valioso de colaboradores y clientes de total fidelidad en todo el país.
 
     –¿Qué buscaba el lector de aquellos años en su publicación?
Arte y Cemento tiene 55 años.
     –Información de obras, contactos con distribuidores o fabricantes y otros muchos temas. Les facilitábamos las respuestas por medio del teléfono o carta. Casi siempre utilizábamos esta segunda modalidad, porque en aquellos años poner una conferencia desde Bilbao con Barcelona ó Madrid suponía una demora  de horas.
     –¿Cuándo fue consciente de que Arte y Cemento era el referente del sector?
     –Cuando empezamos a recibir el apoyo de los suscriptores y anunciantes. Fuimos los primeros en hacer ventas de suscripciones por teléfono. Fue una intuición. Yo no tenía información en esa época de lo que luego se ha conocido como tele-marketing y que supuso un ‘boom’ en las ventas. El gran reto fue aumentar las suscripciones con una buena orquestación de agentes dedicados a ello, lo que redundó en beneficio de la contratación de publicidad en la revista.

     –¿Cuál ha sido la mejor satisfacción que le ha reportado?
     –A nivel personal,  ser recompensado con el premio  ‘Líder de Marketing de España’ y presidir la  Asociación  de revistas profesionales de Europa, Eurostrupress, donde se agrupaban  once publicaciones, las más prestigiosas del sector, una por cada país.

     –¿Cuál es el secreto de esta publicación para fidelizar al anunciante?

A Eduardo González del Castillo no le asustaban los retos.
     –Su divulgación. Era la única revista cuya suscripción se cobraba. La información interesaba a los suscriptores y a éstos  los anunciantes. En este sentido, tengo que agradecer la labor de mis diferentes equipos humanos integrados por muchas personas. Entre ellas quiero recordar a José Mª Cormenzana, Alfonso Parallé, Juan Antonio Quintano o Pedro Echevarría, todos ellos fallecidos en mi etapa… Pero no voy a seguir por ahí,  porque no quiero olvidarme de ninguno, ni de los que aún continúan en sus puestos. Todos han sido vitales para mí y para Arte y Cemento. Formábamos un  equipo invencible.

     –En el año 1992 la editorial que publicaba Arte y Cemento se integró en la multinacional Elsevier, ¿cómo se fraguaron los acuerdos?
     –La revista estaba reconocida a todos los niveles, de tal manera que sin proponérnoslo, nos surgieron propuestas de compra francesas, alemanas, inglesas y otras. En ese vértigo de ver y comparar, me decidí por la holandesa Elsevier, con la que sellé un pacto del que nunca me he arrepentido, dado que sus responsables siempre cunplieron lo principal que les exigí: respeto total a mi equipo humano.
      –En 1991 la revista incorporó la cuatricromía  en  sus páginas ¿Qué otros hitos destacaría en la historia de la publicación?
     –La incorporación de nuevas personas y el sentido fallecimiento de algunos de mis amigos del alma: los veteranos que se han quedado por el camino de la vida.
     –¿Qué sintió al desvincularse de manera oficial de su dirección?
     –Por contrato, debía de estar tres años sin  más obligaciones que mi presencia a mi voluntad. Fue una transición sin prisas pero sin pausas, en la que pasé el testigo a mi buen amigo Isaac Rodrigo Keller, de cuya elección estoy orgulloso.
 
     –Desde el punto de vista de asiduo lector ¿qué opina de la actual Arte y Cemento?
 
El equipo humano del Grupo Arte y Cemento fue aumentando año tras año.
     –Todo puede mejorarse. La línea editorial ha tenido cambios, pero después de 50 años mantiene la idea general por la  que se creó, que continúa siendo la espina dorsal de la publicación.
     –¿Qué secciones o apartados incluiría o potenciaría?
     –Eso se lo dejo para los que la dirigen actualmente. Sugeriría contar siempre con los lectores y los anunciantes. Para eso se inventaron las encuestas, el marketing directo y los zapatos.
 
     –¿Qué diferencias aprecia
         entre el sector de la construcción actual (2007) y el de hace cincuenta años?
     –Ahora veo mayor calidad, mejores productos y sistemas, aunque peores precios.
     –Estamos en la era de Internet, ¿cual es la validez hoy de un medio impreso?
     –El cambio ha influido más en la prensa diaria, aunque también y mucho en las revistas. Se pueden plantear muchas consultas y contestarlas por este medio, además es posible corregir sobre la marcha artículos, informaciones y otros textos y fotos. Nada que ver con la época de los fotolitos y otros procesos de la impresión tradicional. No obstante, el medio impreso es tangible, es real y ‘existe’ sin necesidad de conectar un ordenador. Creo que aún tiene un valor del que carece la informática.
     –¿Qué supone para usted que Arte y Cemento celebre sus Bodas de Oro a la cabeza del sector?
     –Cuando vendí Arte y Cemento, hacía años que estaba a la cabeza y ahí sigue. En cuanto a la prensa extranjera, todavía estoy por ver aquélla que se acerque a nuestra fórmula. Y me consta que algunas lo han intentado.
     –Imagínese que retrocedemos 50 años, ¿volvería a fundar Arte y Cemento?
     –Todos los días cometemos locuras. Para mí fue ésta mi gran locura: la de ‘manchar papel’, una de las locuras que me ha dado más satisfacciones en esta vida.  Para mí, es algo irrepetible, como mi familia, mis poesías, el ajedrez con el que todavía me peleo en la maquinita. Si a lo anterior uno esos amigos del alma  que se cuentan con los dedos de una mano… no puedo pedir más ni plantear la vuelta atrás.