Hotel Conde Duque, de Bilbao: 50 años después

Medio siglo de añoranzas...
::: TURISMO /HOTELERÍA

::: Esther Sarasola 
El Hotel Conde Duque ha cumplido en 2016 cincuenta años de actividad hotelera como anfitrión de Bilbao. Fue inaugurado en julio de 1966 y en la actualidad está considerado como el más antiguo de la capital vizcaína, en la que ha permanecido en activo todo este tiempo, asistiendo como testigo a la transformación de esta gran ciudad.. 
     Con sus 67 habitaciones, tres salones y su restaurante ‘Campo Volantín’, “es un ‘tres estrellas’ remozado, coqueto, elegante y acogedor”, dice su director Carmelo Kortabitarte, a quien entrevistamos aquí.
     Ubicado en la calle Campo Volantín, junto a la ría de Bilbao, desde su enclave estratégico, el hotel ha vivido en directo la evolución de la ciudad, desde la supremacía industrial en los años 70, la reconversión sectorial de los 80, pasando por las graves inundaciones de la ciudad en 1983, que le afectaron de lleno, hasta la radical transformación de turismo y servicios que seguiría a la inauguración del Museo Guggenheim en 1997.

Tranquila y discreta terraza del hotel Conde Duque, de Bilbao.
     El Conde Duque cuenta con tres estrellas, 67 habitaciones de variado formato, el Restaurante-Cafetería ‘Campo Volantín’ con terraza y salones configurables con gran capacidad.

     Instalaciones modernas
     En total, cerca de 2.000 m2 de instalaciones modernas para el disfrute de los visitantes de la ciudad, a los que va destinada una amplia oferta gastronómica de sus propios fogones.
     Desde su inauguración el 15 de julio de 1966 con categoría de 1ª A, (la valoración que se utilizaba en la época), este hotel ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos manteniéndose fiel a sus seña de identidad.
     A esas características hay que añadirle las de un establecimiento independiente de las grandes cadenas, con un trato cercano y un servicio marcadamente profesional. Las claves para conseguirlo han sido la actualización de sus instalaciones, la gestión de la calidad y la incorporación de las nuevas tecnologías.

Recepción minimalista y totalmente informatizada.
     Son aspectos que resaltan en su trayectoria, ya que el Conde Duque fue el primer hotel de Bilbao que obtuvo la certificación de calidad ISO 9000 en 1997, el primero en incorporar conexión de Internet con dos megas de capacidad en el año 2000 y en contar con conexión Wi-Fi para todo el hotel en 2004.
     En la actualidad, estas claves siguen guiando su actividad, ya que las TICs están totalmente integradas y la gestión de la calidad ha adquirido una nueva dimensión digital con las encuestas de satisfacción.
     La profesionalidad de los servicios del hotel se testan con las opiniones de los clientes, contando con calificaciones cercanas al sobresaliente en plataformas como TripAdvisor, Booking... con sus correspondientes certificados de excelencia.
     Como resultado de todo ello, el Hotel Conde Duque está obteniendo una alta tasa de ocupación en los últimos años, que se cifra en un 75%, colgando en muchas ocasiones el cartel de ‘completo’.

Carmelo Kortabitarte se inclina por la informatización.
      Carmelo Kortabitarte
     Carmelo Kortabitarte es el director del Hotel Conde Duque, de Bilbao, y consejero de la sociedad propietaria. Nacido en Bilbao hace 52 años, estudió en la Universidad de Deusto.  Cuando terminó la carrera ensayó y ejerció diferentes destinos y cargos relacionados con la hotelería, concretamente desde 1989 a 1995. En Barcelona estuvo vinculado con varias cadenas hoteleras. Luego, con responsabilidad de dirección hotelera, en Logroño y Sabiñánigo (Huesca). Poco después, y desde el 12 de julio de 1995, comenzó a dirigir el Hotel Conde Duque, de Bilbao.
      El hotel ha cumplido ahora 50 años, ¿cómo ve su futuro?
     Con bastante optimismo. A pesar de que somos un hotel pequeño e independiente, creo que podremos mantenernos, superarnos y crecer en el futuro. Nosotros vamos a incidir en los medios digitales, informáticos y de comunicación social porque ese es el camino del progreso.
La habitación doble: 70 euros noche por término medio.
     Es prioritario llenar habitaciones…
     No lo crea. El tema no es ‘vender’ el hotel al cliente, sino vender el destino, porque una vez que el cliente desee estar entre nosotros, podrá elegir el hotel que más le convenga, y ojalá que sea el Conde Duque de Bilbao. Pero, por favor, que no se queme o masifique excesivamente Bilbao, es decir, que no nos muramos de éxito.
     Certificación ISO 9000
      ¿En estos años, qué han aprendido
      para no equivocarse?
     Básicamente que hay que escuchar a los clientes, e intentar adelantarnos a lo que ellos nos digan que tenemos que cambiar. Precisamente, en este sentido, en 1997 fuimos el primer hotel en España en obtener la certificación ISO 9000. Aquello fue una experiencia pionera, incluso con Aenor desarrollamos todo lo que era el proceso para tener un aseguramiento de la calidad. 
Aspecto parcial de una mesa del comedor.
     Es curioso que un hotel optase
     entonces por
     este reconocimiento…

     Así fue, y lo publicaron todos los periódicos. Años después salió la ‘Q’ Turística de Calidad, cuya finalidad es llegar a la ISO 9000, que nosotros ya tenemos. Por eso, digo que hemos aprendido a adelantarnos al cliente para saber antes que él qué es lo que verdaderamente necesita.
      ¿Y qué necesita el cliente?
     Que todas las cosas estén en su punto y que no se le pase por la cabeza la menor queja, ya que no tendrá motivos. En los años en los que nació este hotel, existía la creencia de que vivir bien era como ‘vivir en un hotel’. En el Conde Duque, de Bilbao, queremos que esa frase vuelva a tener fundamento ahora, en el siglo XXI. 
Carmelo Kortabitarte en el hall del hotel.
     Un homónimo en Madrid
     ¿Por qué el nombre de ‘Conde Duque’?
     En el año 1966, cuando se inauguró, ya existía el hotel Conde Duque de Madrid y entonces se formó una sociedad inversora mixta, con socios comunes para crear un hotel en Bilbao con el mismo nombre.
     ¿Sociedad mixta entre aquel hotel y el nuevo?
     Así es. Inversores de Bilbao y accionistas del Conde Duque de Madrid.  Posteriormente los socios comunes se separaron, pero el nombre del nuevo hotel y el proyecto siguió adelante. En la actualidad no hay ninguna relación societaria con el hotel de Madrid, somos totalmente independientes.
     ¿Por qué se pensó en aquellos años en invertir en un hotel?
     Su origen se debe al sector de la construcción, ya que el bloque de viviendas donde se ubica el hotel, era en los años 60 muy amplio y el constructor decidió dividir la mitad de la obra para pisos y la otra, la de la calle Campo Volantín, para construir un hotel; sin pensar cual iba a ser ni cómo se iba a llevar el negocio.
Aspecto de uno de los salones del hotel.
     Propietarios vascos
       Y al final se optó por
       el Conde Duque…
     Algo así. Un año después de aquella decisión, en 1966, se constituyó la sociedad ‘Hoteles Nervión, S. A.’, con los socios comunes que he mencionado, y que, por cierto, el nombre de esta sociedad no tiene nada que ver con el ‘Hotel Nervión’, ubicado por casualidad en nuestra misma calle.
     ¿Los propietarios vascos
      siguen siendo los mismos?
     Actualmente son diez accionistas los propietarios, pertenecientes a dos familias diferentes. Por un lado hay cinco hermanos, por otro tres hermanos y dos accionistas más emparentados por matrimonios con ellos. Una vez separados los accionistas comunes del hotel Conde Duque de Madrid, estas familias de Euskadi se hicieron cargo de la propiedad del establecimiento.
Su director afirma que lo primero es el bienestar del cliente.
      ¿Cuántos hoteles existían en Bilbao
      en 1966?
     Muy pocos. El Almirante, el Excelsior, el Aránzazu y pocos más… Había muchas pensiones y casas de huéspedes, pero hoteles con cierta categoría no serían más de cinco.
     ¿Entonces, se consideraba un
      buen negocio?
     Sí, claro. Se consideraba un  buen negocio. Lo más difícil era disponer de un capital fuerte, incluido el edificio, para montar la estructura de un hotel. La rentabilidad en aquella época estaba asegurada.
     Lo bueno se vende solo…
     ¿Hoy sigue siendo un negocio?
     Si, por supuesto, es negocio. Hay que tener en cuenta que en la actualidad la calificación es cuestión de medidas, y la nota nos la ponen los clientes. El hotel Conde Duque no se puede quejar de esa apreciación. El cliente del siglo XXI no hace mucho caso si el hotel tiene 3 o 4 estrellas, lo que busca son buenos servicios y una atención adecuada.
     ¿El buen paño en el arca se vende?
     Si, algo así funciona en el negocio hotelero. Aquí sí valen las recomendaciones de unos clientes a otros. A igual precio, el cliente siempre va al mejor servicio y mejores condiciones. Actualmente el foráneo, desplazado, o turista, no se fija en la publicidad  sino en la relación calidad-precio y las recomendaciones que otros puedan hacerle de un establecimiento determinado. Ahí nosotros siempre ganamos.
Uno de los salones del Conde Duque.
      Ahora y en el futuro, ¿no?     Eso es. En el futuro mejor todavía. Las nuevas tecnologías, Internet y las Redes Sociales nos permitirán mantener esa independencia. Nos dejarán, incluso, ser más ágiles, más ‘agresivos’ y más dinámicos que otros hoteles con muchas cadenas y grandes estructuras.
     Primeros clientes
     ¿Cómo eran los primeros clientes
      del Conde Duque?

     Por la actividad económica de la época, el cliente era un viajante o comercial que venía a Bilbao por cuestiones de trabajo. Por otro lado, empezaban las ferias, la Feria de Muestras y otras. Casi todos eran clientes de empresa, hombres de negocios.
 
Decoración alegórica a la provincia de Bizkaia.
     ¿Quiénes fueron sus
      principales huéspedes?
     El hotel Conde Duque tenía entonces la categoría 1ª A, como he mencionado –que ya no existe–, muy superior incluso a la que tenía su homónimo de Madrid, y por eso fue el destino de todas las personalidades culturales, deportivas y de la alta sociedad de la época. Todos venían por aquí, incluso los equipos completos del Real Madrid o Barcelona cuando jugaban en San Mamés. En la década de los sesenta fue el centro y la cita obligada de la actualidad.
     ¿Su primer director… y
      cuántos ha tenido?
     Creo que la primera fue una señora que se llamaba Marita, no recuerdo más de ella. Y el siguiente y mi predecesor fue Juan Roda, que estuvo 14 años.
     ¿Qué se espera de un buen director de hotel?
     Creo que la función de un director de hotel es la de poner las herramientas y dar las facilidades para que todos los departamentos funcionan coordinadamente, y al final consigamos cumplir las expectativas que nos confían nuestros clientes.
Tonos claros y oscuros realzan los espacios de descanso.

      
¿Habitualmente, se        renueva la plantilla?        Nuestra costumbre es mantener los puestos fijos muchos años. El anterior subdirector entró aquí con pantalones cortos y se jubiló después de 47 años de servicio. El actual jefe de sala lleva 37 años con nosotros, y hay una docena más de empleados que superan los 25 años en el hotel. Siempre aprendiendo, y su veteranía es la nuestra, la del sello del hotel.
     Cliente de Internet
     y Web
     ¿Cómo es el cliente
      del siglo XXI?
     No se parece en nada al de 1966, que llegaba el viernes y estaba hasta el lunes siguiente, o llegaba el lunes y estaba hasta el viernes. Ahora pocos acuden a una agencia de viajes, eligen el destino y el hotel por Internet, y de acuerdo con lo que quiere gastar, reserva a través de nuestra página web. Depende también si viene solo o con la familia, o si lo hace por turismo  o por motivos de negocios…
Carmelo Kortabitarte presume de la plantilla del hotel.
     ¿Cambia mucho si lo hace por
      un motivo u otro?
     Claro, si es por trabajo le interesa mucho la ubicación del hotel en relación a la feria o congreso al que viene, los medios de transporte, instalaciones burocráticas del hotel,
Wi-Fi, periféricos y otros servicios en Red. Si es por turismo o viaja con la familia, se preocupa de que le preparemos algún paquete turístico de Bilbao o del País Vasco, incluso que le proporcionemos entradas de muchos locales. Es decir, sus vacaciones van a depender de nuestro hotel.
     El mismo hotel hace de
      dinamizador de ocio…
     Bueno, algo parecido. Les ayudamos en todo lo que podemos, como un servicio más del Conde Duque. Digamos que cambiamos el servicio del ‘botones’ por otras ayudas que el cliente necesita en estos tiempos.
     ’Botones’, una profesión extinguida
      A propósito, la gente mayor echa de menos al ‘botones’…
     Sí, se han eliminado para ajustar los precios, pero en nuestro caso concreto ayudamos siempre al cliente que lo necesita, tanto en el traslado de sus maletas como en todo lo demás. Debo confesar que este servicio era bueno, pero en algunos casos innecesario y, en cierto modo, un poco ‘indiscreto’ de acuerdo con la mentalidad de hoy. Además, ahora existen las maletas con ruedas…
Amplias y confortables zonas de descanso a diferentes niveles.
¿Cómo vivieron las inunaciones de Bilbao de 1983?
     Fue un punto de inflexión que nos animó a hacer grandes obras de reforma y modernización del Conde Duque. Las inundaciones fueron en agosto y volvimos a abrir en octubre. Eliminamos siete habitaciones y creamos salones para los negocios de nuestros clientes: presentación de muestrarios, reuniones, recepción de sus clientes, charlas, etc.
     Fomentaron el marketing para terceros…

     Así fue. Aparte de cambiar nuestra propia imagen y la ubicación de instalaciones y servicios, el hotel se transformó en punto de citas comerciales de diferentes gremios y productos, de acuerdo con las necesidades de nuestros clientes.
     En estos 50 años, ¿cuáles han sido las mejores y peores épocas?
    
La mejor época fue desde que se abrió en 1966 hasta la crisis del 78-79, años muy buenos y rentables. Los peores fueron desde estos años de crisis hasta 1983,  coincidiendo con las inundaciones, en los que el hotel estuvo a punto de cerrar. Sin embargo, gracias a las reformas el Conde Duque comenzó a ser rentable de nuevo.
La terraza de la cafetería, antesala de una atractiva barra de pintxos.
     El mérito de resistir
     Años de vacas gordas…
     Sí, y duraron hasta 1995. A partir de este año hasta el 97, más o menos bien. A partir de 1997, en el que se inauguró el Museo Guggenheim, y hasta el 2004, los ingresos fueron muy positivos. Luego nos mantuvimos a un ritmo menor hasta el 2008, en el que comienza la última crisis y ahí comienza una desbandada de hoteles en Bilbao: se marcharon las cadenas Sheraton, Husa, Abba y otras.
     Pero ustedes resistieron…
    
Sí, el Conde Duque pudo aguantar porque no teníamos la dependencia económica de pagar créditos o alquiler. Del 2008 al 2014 las pérdidas que hemos tenido las asumimos sin despedir a nadie. Entre 2014 y 2015 las cosas han ido mejorando, y este 2016 está resultando un excelente ejercicio.
     ¿Qué es más rentable, las habitaciones o su restaurante ‘Campo Volantín?
    
Las habitaciones, por supuesto. Muy por encima de otros ingresos de la cafetería o el restaurante que, en definitiva, solo cubren gastos. Como he dicho, nuestra plantilla es amplia, antigua y la nómina muy elevada. Nuestro fuerte son las habitaciones.
Completa informatización y un generoso Wi-Fi equipan todos los ambientes.
     Ofertas gastronómicas
     ¿Qué oferta de comidas
     tiene el restaurante?
     Acabamos de hacer una propuesta nueva. Funcionamos con un menú del día, con tres platos a elegir. Además, en la cafetería disponemos de una amplia barra de pinchos y una oferta de desayunos completos. También tenemos unos menús especiales para la noche. Prácticamente todo está pensado para el cliente del hotel, aunque también atendemos a comensales externos.
     ¿Cómo están equipadas
      las habitaciones?
     Están completas, tienen de todo. Destacaría el
Wi-Fi, ya que el cliente tiene dos líneas de adsl de máxima capacidad de 300 megas cada una. Lo demás, lo habitual: televisión de alta definición con pantalla plana, cuartos de baño con teléfono y espejos de aumento y anti vaho… También hemos instalado duchas de gran tamaño para dos personas a la vez… y un etcétera muy largo.

Ambiente cálido y cromático acompaña un acogedor confort.

     ¿Y el mini-bar?
     El mini-bar lo hemos eliminado. Porque este servicio proporciona muchos problemas a los hoteles. No se utilizan adecuadamente y, además, el cliente no siempre refleja correctamente el consumo que hace. Los hemos sustituidos por sistemas expendedores automáticos en los propios pasillos de las habitaciones. Por otro lado, nuestro servicio de habitaciones proporciona al cliente lo que necesite en cualquier momento.
     ¿Los hoteles son
      más ‘dormitorios’
      que ‘estancias’?
     En nuestro caso, es más dormitorio. Al cliente le gusta encontrar la habitación lista, que esté todo en orden, que funcione bien el baño, que disponga de buen
Wi-Fi y poco más. Sin complicaciones.
      ¿Qué ofertan los salones del Conde Duque?
     Tenemos tres salones (uno de 80 metros cuadrados, otro de 60 y otro de 20), pero en caso de necesidad se convierten en uno solo. Con una máxima capacidad para 120 personas en caso de un banquete, también podrían acoger hasta 150 asistentes en una conferencia o función de teatro. Los salones están completamente equipados con sistemas audiovisuales y cualquier otro elemento necesario para su uso ilimitado, como videoconferencias, conferencias con traducciones simultáneas, catas de vino o alimentos…
Una solución para cada barrera arquitectónica en algunos espacios.
      Procedencia de
      los clientes
     ¿Qué porcentajes de turistas españoles y extranjeros eligen su hotel?
     Podemos estar en un 50%, en el total del año, teniendo en cuenta que en agosto el 90% de los clientes es extranjero. Los españoles proceden, sobre todo, de Cataluña, Madrid, bastantes de Asturias y también de Castilla y León. En cuanto a los extranjeros, vienen sobre todo de Francia, Reino Unido y Alemania.
     ¿Qué precios tiene su
     ‘tres estrellas’?
    
Como se sabe, los hoteles normalmente se balancean un poco entre la oferta y la demanda. En nuestro caso podemos hablar de unos 70 euros, por término medio, la habitación doble. De ahí tenemos que deducir las comisiones que pagamos a los intermediarios de Internet o páginas web, que suponen entre el 15 y el 25%, por término medio.
     Un poco caras las comisiones…
     Pues sí. Por eso nosotros, los más pequeños, tenemos que competir utilizando  nuestros propios medios tecnológicos –páginas web y Redes Sociales– para poder sortear a las grandes cadenas y ‘buscadores’ de hoteles, ya que la competencia es muy grande… y también las comisiones.

Kortabitarte aporta las herramientas precisas para que todo funcione en el Conde Duque.