Sergio Oiarzabal, huída prematura


Sergio Oiarzabal lee un poema.
A  LITERATURA

¡ Esteban Sánchez
Dentro de unos días se va a celebrar el segundo aniversario de la muerte del joven poeta vasco, Sergio Oiarzabal, a quien se le ocurrió una huída prematura a los 36 años de edad, coincidiendo con su madurez poética y lucidez atormentada.
Muchos lamentamos su muerte, no por inoportuna e inesperada, sino porque nos privaba de un profesional lírico marcado por la creación lenta, exquisita y meditada en su justa medida. A veces nos daba la sensac9ón de que él había inventado la poesía y quería irse con ella cuanto antes.
Los que le conocimos sabemos que, Sergio Oiarzabal, a pesar de su juventud recibió un gran número de premios y reconocimientos públicos por su labor literaria. De acuerdo con alguno de sus seguidores, su trabajo ha estado muy influenciado por el denominado ‘surrealismo francés’ y la Generación del 27. Recibió, entre otros, el prestigioso Premio Nacional de Poesía de la Fundación Miguel Hernández en 2003, por su entrañable trabajo poético recogido en ‘Flammis Acribus Addictis’, libro publicado en 2005.
En su último tiempo, y bajo el concepto de ‘violencia poética’, entendida en su acepción etimológica de poesía apasionada, impetuosa y fogosa, Oiarzabal publicó el libro ‘Delicatessen Underground’, elogiado tanto por la crítica como por el público y se convirtió en uno de los libros de poesía más vendidos.
En la introducción de esa obra, Mercedes Acillona, catedrática de Literatura de la Universidad de Deusto, afirma: ''Sergio Oiarzabal se ha arriesgado y ha alcanzado la arista misma del precipicio de la palabra poética. Como los malditos y los surrealistas, ha llegado al cuerpo a cuerpo de la prosa poética, desamparado de las músicas y el ritmo visual. Su música nace ya con los ojos cerrados, sin páginas ni tintas, al hilo de un salterio que se hunde hasta las raíces del alma''.
No podría reflejarse mejor el alma creadora de Sergio. Esa que se fue ahora hace dos años en una huída prematura y apresurada hacia un destino intangible que él mismo  había intuido ya en su poesía.

A LITERATURA