Itxaso Zubia, una pintora que proyecta compromiso

Itxaso Zubía López, creadora reflexiva.
A ARTE

¡ Esteban Sánchez
La pintora getxotarra Itxaso Zubia López es una artista comprometida con su oficio, tanto en su aspecto creativo, como en su condición de mujer. Esta creadora, nacida en Algorta pero residente en Erandio desde hace muchos años, expuso -entre marzo y abril de 2013- una veintena de cuadros en el hall del Hotel Ercilla, de Bilbao. En sus obras, de tamaño pequeño, mediano y grande realizadas en papel y en técnica mixta aparecen varias constantes, pero destacan las manos y los pies de una forma casi obsesiva, y es que, aunque Zubia López no se considera fetichista, cree que estos elementos humanos acercan la realidad al hombre y a la mujer y les recuerda que “es necesario y obligatorio tocar el entorno, entregarse a él para vivir”, dice.
     Estudió Bellas Artes en la rama de pintura en la Universidad del País Vasco. Itxaso Zubia  eligió esta carrera porque “desde niña me ha gustado pintar, y he pintado”, una vocación que le viene de familia, en la varios de sus miembros lo han hecho. Terminados sus estudios, no ha parado de ejercer el oficio creativo en todas sus facetas, desde la pintura hasta el escaparatismo, pasando por escenografías teatrales y de otros espectáculos.


En su día fue una exposición acogedora en el hall del Hotel Ercilla.
     Afirma que la creatividad no tiene límites y ella trata de llevarla a todas las facetas de su vida, incluso a la enseñanza, en la que lleva veinte años introduciendo a niños en el mundo de la pintura, tanto en el aspecto pedagógico como en el sicológico y terapéutico, sobre todo a pequeños que necesitan la ‘puerta’ de la pintura, de la creatividad, para salir de su espacio y relacionarse.
     Precisamente, en ambos sentidos, Itxaso Zubia López dará unos cursillos dentro de unas semanas a niños para que, a través de esta disciplina artística puedan relacionarse mejor con los adultos, y éstos con ellos. Este programa educativo-artístico está organizado y patrocinado por la Fundación Faustino Orbegozo Eizaguirre, de Bilbao, y tendrán lugar en un local muy accesible de Botica Vieja, en Deusto.
     ¿Qué estilo es el suyo?
     Me sentí muy atraída por el arte cubista, de Pablo Picasso y de George Braque. En un primer tiempo, hice esa parte cubista de los planos… Luego me entregué al abstracto, que siempre aparece en mis cuadros dentro de mi línea figurativa, una constante a la que soy fiel. Luego me fui a la parte expresionista. Ahora en mis cuadros hay una fusión entre lo figurativo y lo abstracto, es decir, de lo figurativo hasta la abstracción. 



El papel es el soporte principal de la artista de Algorta.
     ¿Con alguna constante?
     Sí. En esa línea, mis ‘manos’ y mis ‘pies’ ya están formados por cuadrados y por partes de cuadrados. Todo es muy rectangular hacia una abstracción, pero no pierde la identidad del objeto en sí. 
     ¿Por qué esa obsesión por las manos y
     los pies?
     Bueno, a veces me tachan de fetichista, pero no creo que sea por eso. Creo que las manos y los pies te conectan a la tierra, es decir, al plano de la realidad. Y las manos representan también la conexión con el mundo real. Cuando tocas, el tacto te trae lo que hay, lo que es, que no es otra cosa que la realidad.
     Es curioso…
     Estoy de acuerdo. Esta parte onírica y de sueño que tiene la pintura, las manos y los pies conectan al espectador con esa realidad de la que hablo. Al menos eso es lo que pretendo.
     ¿Cuántas manos y pies hay en los cuadros del Hotel Ercilla?
     En estos veinte cuadros creo que de ‘pies’ hay tres, y de ‘manos’ son la mayoría, ya que aunque el tema sea otro muy diferente, siempre aparece alguna mano puesta allí a propósito. 



La Ría y otros motivos de Bilbao enriquecen la obra de Zubia López.
     ¿Son muy importantes,
     entonces?
     Para mí sí. Con las manos y los pies quiero conectar, como digo,  una parte del subconsciente a la realidad que representa el cuadro.  Las manos es la parte del cuerpo más expresiva, por eso aunque pinte un árbol siempre habrá en él o sobre él una mano, reflejada de manera tortuosa. Esa es la idea, que la mano vaya acompañada de esa intención tortuosa. Es una sensación de sufrimiento, real, del final de un sueño…
     ¿Es necesario imprimir el sentimiento en la pintura?
     La pintura es proyectiva. Por mucho que uno no quiera, siempre va a salir una proyección nuestra, lo mismo que en la grafología se aprecia a través de la escritura la personalidad del autor. Por eso, en cualquier pintura, su creador siempre estará representado en ella, no lo podrá evitar. Nos proyectamos constantemente en la manera de escribir, de pintar, de vestirnos, de movernos… Sobre todo, el arte hace que nos liberemos de muchas cosas que preocupan a nuestro subconsciente. 



La artista cree que el creador no debe obsesionarse con la venta.
      ¿Suele hacer muchas
      exposiciones?
      Bastantes, cada dos o tres años organizo una. Expongo, sobre todo, en recintos municipales y en lugares públicos. He mostrado mis cuadros en el aeropuerto de Sondika-Loiu, en el Mercado de la Ribera de Bilbao y en una infinidad de lugares, tanto en exposiciones en solitario, como esta del Ercilla, como colectivas junto s otros creadores.
     ¿Qué está haciendo en estos momentos?
     Ahora estoy preparando nuevos cuadros, pero sobre todo el soporte, Me preocupa mucho el soporte, junto a otros materiales, aunque no descarto nunca el papel porque me encanta este soporte. Y también estoy metida en las técnicas mixtas, recuperación de materiales, reciclajes, transformaciones... Me atrae mucho el material desechable. 


Fusión entre lo figurativo y lo abstracto.
     Exactamente, ¿qué temas le
     gusta reflejar en sus cuadros?

     Veo la realidad tal como es. Pero según el motivo de que se trate, lo reflejo de una manera o de otra. En esa línea tengo unos temas, como la Ría de Bilbao, por ejemplo. La trabajo mucho. De hecho he realizado bastantes exposiciones sobre la Ría, pero de una manera muy personal, no reflejándola tal como es sino imprimiéndole la sensación que me transmite a mí. Ese tema siempre está presente, porque aunque trabaje la figura humana, también aparece la Ría en cada una de sus partes: industrial, urbana o mercantil. Otro tema recurrente en mi obra es la mujer, la figura femenina.
     ¿Por qué la mujer?
     La pintura es proyectiva, yo soy una mujer, luego tengo que proyéctame de alguna manera. Por eso, el cuerpo femenino siempre está ahí, permanece en mi pintura. Pero también trabajo el tronco del árbol como parte del tronco humano, concretamente de la mujer… Es un como fusionar estas partes: humano o mujer con grúa, o mujer con árbol. Pero siempre en esa constante.
     ¿Esa intención pictórica precisa de desnudos?



La desnudez femenina como símbolo de vulnerabilidad.
     Para mí la desnudez es sinónimo de vulnerabilidad. Uno se expone desnudo y es más vulnerable. La desnudez es como una apertura. Por eso pinto ‘desnudos’, no pinto ropa. Lo hago como un ‘ofrecimiento’ hacia el espectador. Ante un admirador de un cuadro mío quiero desnudar mi propia alma, mi espíritu comunicador con ese alivio de ropa. En este caso, creo que el ‘desnudo’ es necesario.
     ¿Usted ve la diferencia de un cuadro de un
     pintor y de una pintora?
     Siempre me lo he preguntado. Yo si la veo. No sé si es una intuición, pero tampoco sabría decir  por qué sí y por qué no. La obra de la mujer, lo femenino, no tiene nada que ver con la  fuerza o con la sutileza, pero es verdad que en los cuadros de las mujeres hay menos agresividad formal. 
     ¿Hablamos de agresividad?
     Sí, agresividad figurada. A lo mejor en la obra de la mujer también hay una agresividad latente, tapada, más sutil, no tan evidente. Por eso, creo que los cuadros de los hombres son más expresivos. Sin embargo, tenemos que asumir que los seres humanos seamos mujeres u hombres, todos tenemos un lado masculino y un lado femenino. Por eso, depende de los autores. Algunos hombres sacan más su lado femenino, y mujeres que sacamos nuestro lado masculino. Lo digo en la parte formal, no en el tema. Es decir, en la ejecución de la obra.
     En definitiva, ¿cómo debe ser la pintura?
     La pintura debe ser algo comprometido. Comprometido, no con una idea política o reivindicativa, pero si comprometida. Como decía Vasili Kandisnski el artista tiene que ser honesto con uno mismo. Una persona no puede dar la espalda a la realidad. Eso no significa que pintemos cuadros que reflejen exactamente la realidad, pero si de alguna manera proyectar esta parte que tenemos cada persona de ver la realidad.



Manos acaparadoras abrazan el tronco.
     ¿A una pintora le resulta difícil mostrarse?
     Qué quiere que le diga. Yo, personalmente, reivindico esa parte que me han tachado no sé si de feminismo o de qué, pero yo no lo veo así. Yo sé que soy una mujer e intento representar lo que yo siento y lo que siento como mujer. No sé lo que siente un hombre. Por eso represento a las mujeres, por eso en mis cuadros siempre hay una especie de mujer que se siente como atrapada.
     ¿Un sentimiento personal?
     Sí, es algo personal. Y no es que lo reivindique, sino que lo proyecto yo. Creo que el arte i debe tener esta parte de implicación. Una persona cuando pinta tiene que arriesgarse, sobre todo a innovar. En ser un poco valiente y poder cambiar de estilo cuando ya has agotado todos tus recursos.
     Finalmente, ¿el artista debe reinventarse?
     Llámelo como quiera. La realidad es que siempre tienes que estar probando algo nuevo, aunque eso no guste en el mercado. En este sentido, también reivindico la idea de que el artista no debe ganarse la vida pintando, porque terminas cayendo  en la espiral de los gustos del público. Eso no debería estar presente. El artista lo que tiene que hacer en proyectar y expresarse entonces. No buscar un sentido mercantil al arte para luego poder vender las obras. El sentido del arte no es ese.  




Itxaso Zubia López presentó una obra muy variada y llena de compromiso.