Museo de Hostelería Cabana: más de 500.000 recuerdos


Una ambiciosa colección hostelera.
::: HOSTELERÍA / ENOLOGÍA

::: Estíbaliz Solokoetxe
“La hostelería es un mundo lleno de clientes, productos y recuerdos” dijo en su día el famoso barman madrileño Perico Chicote. Y no le faltaba razón porque de esos recuerdos, Antonio Cabana atesora cerca de 500.000 objetos en el Museo de Hostelería Cabana, en sus locales de Bilbao. A partir de los regalos de promoción y publicidad de las diferentes marcas,  este hostelero vasco ha reunido en los últimos 40 años una colección insólita, atractiva y difícilmente superable.
Sección de botellas de vino firmadas por jugadores del Athletic.
    Una colección que expone parcialmente en su marisquería Karlo’s, en la calle Iturribide 118, de Bilbao. Se nutre de botellas de vino, champanes, cavas, wiskis, licores, jarras, pines, cuberterías, cristalerías, cocteleras, posavasos, gorras, recipientes raros o antiquísimos envases en forma de coches antiguos y otras exóticas figuras. Es la historia de la hostelería a través de la moda de los años.
     Dentro de esta inabarcable colección, no se pueden dejar de contemplar las piezas en tela, papel, chapas, fósforos, documentales y otros miles de testimonios del pasado remoto y reciente… porque la colección sigue acogiendo ‘rarezas’ todos los días.
     Muchos de estos objetos están firmados y avalados por personajes famosos de diferentes épocas de la ciencia, las artes, las letras, el cine, la música y, por supuesto, el deporte en general, sobre todo por jugadores del Athletic, Real Madrid o Barcelona.

Licores hoy ya inalcanzables... sólo a la vista de los curiosos.
     Con autógrafo
     Entre las numerosas firmas aparecen, por ejemplo, las del actor José Luis López Vázquez, poco después de protagonizar ‘La cabina’, película de Antonio Mercero, recientemente fallecido. En música figuran entre otros, el dúo Los del Río, después de vender más de diez millones de discos de ‘Macarena’, o  'Azúcar Moreno' en 1990, tras defender ‘Bandido’ en Eurovisión…
      Pero destaca especialmente el tenor canario Alfredo Kraus que en su actuación en Bilbao se rompió la muñeca derecha y tuvo que firmar con la mano izquierda. Esta  botella es ‘única en el mundo’, claro, y muy pretendida por los amantes del coleccionismo lírico.
     En síntesis, se podría afirmar que el Museo de Hostelería Cabana es fruto de un amante del coleccionismo por atesorar todo aquello que se relaciona con este sector, tanto en su aspecto publicitario y de promoción, como histórico. Una vocación volcada entre el tesón y el fanatismo, casi friki.

Más de 5.000 botellas de diferentes procedencias y añadas.
     Botellines de feria
     No había cumplido los catorce años cuando aquel inquieto mozalbete de Lugo, recién  llegado a Bilbao, pugnaba en las casetas de  feria por hacerse con un puñado de botellas de licores en miniatura.
     No las bebía.  Las contemplaba con curiosidad, asombro y orgullo y las guardaba en cajas de zapatos. Era su tesoro y al mismo tiempo su secreto de adolescencia. Hoy, 48 años después, esa colección consta, como decimos,  de cerca de 500.000 objetos del sector de la hostelería, procedentes casi todos ellos de regalos promocionales, dentro de un marketing habitual en este sector, como existe en cualquier otro.
     Los primeros regalos promocionales que se recuerdan son los botones conmemorativos, o insignias de simpatizantes, de la elección de George Washington en 1789: año también marcado por el inicio de la Revolución Francesa.
chapas, cartones y telas convertidos en mensajes.
     Pines y política
     Este presidente norteamericano confió en que ganaría las elecciones si repartía estas insignias, y así fue. George Washington es el precursor del ‘regalo promocional’ y más concretamente de los pines y chapas publicitarias, que años más tarde fueron adoptadas también por el sector hostelero. En la película ‘La Búsqueda’, con Nicolas Cage, estrenada en 2004, se hace mención a este botón conmemorativo.
      Dentro del nacimiento de los regalos promocionales –núcleo básico de la colección de hostelería de Cabana–, que surgió a comienzo y mediados del siglo XVIII, se crearon los calendarios promocionales y se comenzó a personalizar elementos de madera, como reglas o el almanaque de los agricultores.
     Fue a partir del siglo XIX cuando se puede considerar que nacieron los artículos promocionales, cuya importancia económica ha ido creciendo hasta alcanzar en 2017 casi 1.000 millones de euros en España y Portugal.

viejas insignias y objetos de los 50 y 60, ahora ya inaccesibles.
     Museo Cabana
     Antonio Cabana, un hostelero hecho a sí mismo, no olvidó nunca aquel ‘ejercicio de arrastre’ al esconder debajo de su cama las sucesivas cajas de cartón llenas de botellas en miniatura. Se lo explicaba con frecuencia años después a sus compañeros de barra y algún cliente de las cafeterías ‘Bahía’, ‘Oliver’ y ‘Atlanta’, de Bilbao, donde aprendió el oficio.
     A la vuelta del servicio militar pretendió un local hostelero, no muy caro, para establecerse por su cuenta y abrirse camino en la hostelería. Le ofrecieron el restaurante ‘Karlo’s, especializado en menú del día y poco más, situado en la zona bilbaína de Santutxu. Lo adquirió en 1978 y un año más tarde lo transformó en una marisquería popular de gran éxito.

Famosos vehículos en miniatura, ahora ya descatalogados.
     Precisamente, en una pequeña dependencia de su restaurante impulsó un modesto ‘txoko’ para amigos y conocidos, que muy pronto se transformaría en receptor y contenedor de recuerdos y  regalos de hostelería.
     "Un representante traía una caja de naipes, otro un sacacorchos, otro una colección de posavasos, jarras, botellas de vino o licores…" y poco a poco dio lugar al nacimiento del actual Museo de Hostelería Cabana, que alberga ese medio millón de objetos de colección.

     Museo público
     En realidad, en la Marisquería Karlo’s, Antonio Cabana sólo exhibe cerca de 15.000 piezas de la colección, tal vez lo más selecto.
   
Junto a fotografías de personalidades que han dejado huella en el museo.
El espacio no da para más. El resto lo guarda en diferentes lonjas cerradas con la esperanza y el anhelo de poder mostrarlo todo debidamente expuesto en un lugar espacioso y adecuado.
     En este sentido, Cabana clama a los partidos políticos, organizaciones gremiales y empresas privadas –a ser posible del sector de Hostelería– para poder conseguir esta meta, porque ya no le apetece ‘arrastrar las cajas de botellines debajo de la cama’.
      "Si me preguntaran el valor económico de toda la colección –dice Antonio Cabana– diría que no tiene precio. Además, no la vendería. Prefiero exponerla mediante la colaboración de un organismo oficial, o empresa privada, del sector hostelero o no…”, afirma convencido.
     “Me gustaría –añade– que la gente, el público en general y los aficionados al coleccionismo de objetos publicitarios o relacionados con la hostelería, pudieran disfrutar de ella en un lugar espacioso en el que cada una de las piezas estuviera bien clasificada”. Es el deseo de un friki del coleccionismo y de la historia de la hostelería.

Viejos licores, auténticas joyas de la colección.
     En el sector del coleccionismo entienden muy bien a este profesional ‘acaparador de objetos’, sobre todo los expertos que visitan las ferias temáticas, como la del coleccionismo de Mungía (Bizkaia) y otras del resto de España. Sin embargo, la gente en general no comprende muy bien el contenido del Museo de Hostelería Cabana.
     Por eso el hostelero vasco lo define bien: “Lo llamo museo de hostelería porque se nutre de elementos de regalos publicitarios de este sector, es decir, piezas promocionales de marcas y firmas de productos de casas comerciales de bebidas, prendas de ropa, bolígrafos, sombrillas… hasta chapas o grifos de cerveza. Todo lo que tenga publicidad de hostelería”.
También caretas y objetos de festivales...

     Contenido valioso
     El museo alberga más de cinco mil botellas de vino de todas las procedencias de España y de diferentes cosechas, desde 1920, 1929, 1950 y otras más recientes. Más de tres mil de estas botellas están firmadas por personajes famosos. También atesora vinos extranjeros, champanes, espumosos, blancos, etc. de alto valor coleccionable. Así como bebidas de cola, tónicas y zumos.
     En el sector de los wiskis ocurre lo mismo. Dentro de las 3.500 botellas de la colección predominan las series de las marcas Glenfarclass y Macallap. Hay wiskis de 70, 60 o 50 años.
     En cuanto a la pieza más valiosa, puede ser una botella de wiski Macallap, que lanza cada cuatro años una serie limitada y concede una por país… y hace unos ocho años se la otorgaron, a través de una divertida carambola, a Antonio Cabana, que cree que "será una de las más valiosas de mi colección”.

Chapas, pines e insignias de hostelería.
     Por otro lado, el museo dispone de una colección de 60 botellas de wiski Glenfarclass, única en España. Tal vez haya otra en Nueva York, otra en Ámsterdam y una cuarta en la destilería de origen. Estos fabricantes realizan una nueva cosecha cada año y le envían puntualmente a Cabana una botella. En otoño de 2018 le mandarán la número 61.
     En cuanto a licores en general, posiblemente habrá en este museo más de 200 botellas de cada brandy, coñac (100 años), anís, ginebras, ron y otras bebidas. Lo mismo ocurre con los refrescos, cervezas, gaseosas (La Casera, Iturri-Gorri, etc.), bebidas de café o hierbas. En cuanto a botellas en miniatura, de finos y licores varios se contabilizan más de 6.500 envases.
Parrillas y artilugios de servicio. 

     Colecciones con rigor
     Artículos de marcas muy conocidas, como Coca-Cola, por ejemplo, el museo dispone de  cerca de 5.300 piezas distintas. Entre ellas, botellas de 75 o 100 años, así como unos coches en miniatura de Coca-Cola que fueron traídos de fuera (años 75 al 80) y están descatalogados. Porque en este tipo de colecciones todo está catalogado y verificada su autenticidad.
     El rigor predomina este coleccionismo de hostelería, aquí no se puede meter gato por liebre. Lo explica el propio Cabana: “Cuando viene la Feria del Coleccionista a Mungia, ves por ejemplo, a un coleccionista con chapas de cava que conoce toda la historia, no solo de la bebida sino de los propios tapone: cuándo se fabricaron, en qué talleres, año, tipo de metal y corcho, etc. Existen auténticos expertos en la materia que no dejan pasar ni una”, afirma.

Los clientes comen contemplando
viejas botellas junto a sus mesas.
     Las piezas que más abundan en la colección son los pines, insignias, pegatinas, posavasos y objetos de pequeño tamaño, pero muy efectivos en cuanto a su misión publicitaria de la marca y, sobre todo, de la hostelería en general.
     Los clientes que acuden al restaurante Marisquería Karlo's se sorprenden al ver junto a sus mesas valiosas colecciones de botellas y objetos antiguos de hostelería.




El Museo de Hostelería Cabana ofrece a los aficionados pasajes curiosos de la historia del sector a través de más de un siglo.