Polonia: el lirismo alcanza la mesa

Los asados entonan las bajas temperaturas
de los helados inviernos polacos.
::: GASTRONOMÍA / TURISMO

Es difícil separar el lirismo que caracteriza al país polaco de sus cosas cotidianas y sus buenas viandas. Y, si además visitamos Cracovia tras su designación por la Unesco como Ciudad de la Literatura, bajo copos de nieve, el paisaje se torna más romántico y literario aún. Los cafés a media luz lo ponen fácil; en ellos han elucubrado durante siglos intelectuales de toda índole, y las velitas leves y su decoración reciclada, algo ‘vintage’, dotan a estos locales de una personalidad muy identificable. El frío del invierno marca la cocina polaca, pero también sus suaves detalles, las flores en la mesa, el trato amable y personalizado.
     Y en la cocina polaca no hay que olvidar la calidad de cada plato… que hacen que se convierta en algo así como una obra artística, en algo único.
‘Obwarzanki’, bollos que la gente come por el centro de Cracovia.
     Año y medio después de recorrer la Polonia de la Eurocopa, la Unesco decidió, hace dos meses, que Cracovia era merecedora de entrar en la red de Ciudades de la Literatura, junto con su ciudad hermana, Edimburgo. Ha sido un placer volver por la patria de Chopin, de Copérnico y de Szymborska, pero en las fechas de invierno se imponen el gorro, los guantes y los calcetines gruesos.
     Si te paras a hacer unas fotos o a preguntar algo, al cabo de un rato notas las piernas heladas. Polonia puede alcanzar los -20º en esta época y la comida ha de estar acorde con la imperiosa necesidad de energía.
     Pero a finales de marzo de 2012, cuando ya las flores querían brotar, sí resultaba chocante lo copioso de los platos polacos. Si recuerdan los ‘mincli’ croatas, de ese estilo son los ‘pierogis’  de Polonia, pues están compuestos de pasta rellena y son compactos. Cuando el invierno arrecia, los pierogis suelen acompañar a carnes, principalmente, de forma que a veces nos encontraremos más con bandejas que con platos al uso. 

 El pato es servido con diferentes guarniciones, y muchas veces
 con los famosos ‘pierogis’.
     Porque, además, es fácil que estos guisos lleven verduras, que suelen pasar por remolacha, ensaladas mixtas, berza, patatas cocidas… Es bastante común que nos ofrezcan chuletas de cerdo rebozadas, ‘Kotlet schabowy’, o bien el pato en diversas variantes. El lector no debe dejar de probar este último manjar, que puede ir aderezado con pierogis o, como decimos, hortalizas diversas. La mayoría de las veces, con alguna salsa elaborada, e incluso manzana.
     Y es que una característica de la gastronomía polaca es que con ella se asiste a un trato personalizado y muy amable en los restaurantes. Y, como ocurre en Zagreb, no se está  hablando de precios desorbitados –entre otras cosas, porque los ‘zlotych’ siguen teniendo menor valor que el euro, y el nivel de vida en Polonia es más bajo–, y sí de un grado de calidad muy alto.

‘The Piano Rouge’, uno de los locales centenarios de Cracovia,
 ‘vintage’ y a media luz.
     Amabilidad y servicio
     Así, lo común es que nos consulten qué queremos y cómo lo queremos, tanto a la hora de beber como de comer. Llama la atención que a veces tardan en servir, pero precisamente porque elaboran el plato en el momento. Por ejemplo, es muy típico consumir las famosas pivos (grandes cervezas,muchos locales polacos tienen destilerías propias de esta bebida–), pero si el comensal desea degradarlas le facilitarán frambuesa, con la que rebajar la graduación.
     ¡Y el resultado es muy sabroso y sorprendente! También abrirán con cuidado el vino ante nosotros, y lo servirán con esmero. Hay algo de melodioso en estos movimientos acompasados: al preparar la comida, al servirla, al paladearla

 La sopa polaca 'zurek' se sirve en pan. 
     En el caso de Cracovia, donde los locales centenarios y con muy poquita luz –a veces literalmente a la luz de las velas– han atraído durante siglos a los bohemios, desde escritores hasta pintores y arquitectos, a menudo habrá un pianista que ameniza la velada. En el ‘Pod Baranem’ puede verse la foto de la Nobel Szymborska, junto al propietario, Jan Baran.
     El ambiente es propicio, y en este establecimiento de la zona neurálgica del casco histórico la comida es realmente típica. Ahí se puede disfrutar de una sopa polaca (‘zurek’), servida en pan, al igual que ‘The Piano Rouge’, local enclavado en uno de los edificios del siglo XIII. En ambos casos está preparada con cebolla y setas.
     Sí tiene algo de sabor literario este recorrido gastronómico por Cracovia, pero no sólo de Szymborska y Joseph Conrad bebe y como el hombre…
Arenque con ‘steak tartar’ en el Pod Baranem,
 frecuentado por la Nobel Szymborska.

      Vodka y ‘perros’
     Además de las sopas típicas, en todo el país se encuentra el vodka como una seña de identidad. El frío propicia su ingesta, además de que por poco más de un euro nos lo sirven en muchos locales. Como curiosidad, invitamos a que el lector pruebe el ‘perro rabioso’, ese impronunciable ‘wsciekly’, tan típico entre copas. Se trata de un chupito con base de zumo de frambuesa concentrado, al que se le añade “vodka blanco seco bien frío –hay que echarlo despacito para que el vodka se quede encima del zumo y se vean dos colores–. Por último se echa algunas gotas de tabasco. Es importante tomarlo de un solo golpe”, asesora Agata Witoslawska, directora de Turismo de Polonia en Madrid.

En el renacido barrio de Kazimierz los jóvenes comen ‘zapiekanka’, la pizza polaca.
     Como este último viaje tuvo lugar en los albores de la Navidad, se habían animado los puestos en la Plaza del Mercado, con una oferta interesante de embutidos asados, ante los visitantes, así como dulces que hornean en directo. En Cracovia es muy visible, mientras desfilan los autores de los famosos y bonitos belenes, el vino de Galizja (una zona polaca), que se toma caliente.
     Los pescados no se quedan a la zaga en Polonia. En Cracovia degustamos un sabroso arenque, con steak tartar.  Y en Varsovia, el Oliva ofrece una sopa de tomate deliciosa y el bacalao está preparado en la línea que comentamos, con mucho esmero, y bien condimentado.
      En el ‘Gospoda Pod Koziotkami’ de Poznan, Anna Draszczyk, manager, recomienda unas patatas rellenas exquisitas. Además de las ‘zurek’, que tanto calientan el estómago, los productos de la huerta están siempre presentes, y las sopas de tomate y de remolacha resultan muy finas.

Dulces típicos de Polonia, muy sabrosos y nutritivos.
     Piano y bohemia
     En Cracovia pasamos por el ‘Michalika’, restaurante bohemio, con pianista y cabaret incluidos. Está en el antiguo Camino Real, Florianska. Una curiosidad típica de la ciudad, concretamente del barrio judío de Kazimierz, es que la gente más joven salga a su Plaza Nueva a comer ‘Zapiekanka’, o ‘kanki’, algo así como pizza polaca.
     Económica, cuesta como unos 5 ‘zlotych’ (1,2 euros), es alargada y chicos y chicas conversan mientras la comen de pie (como los perritos calientes en Nueva York o Londres). Esta zona revitalizada estuvo muy devastada hasta que Steven Spielberg se puso a rodar en ella ‘La lista de Schindler’. Desde entonces, es un distrito de moda.
     Además de los ‘bigos’, col fermentada (‘chucrut’) y varios tipos de carne y hongos secos, en un país tan sutil los dulces no podían faltar. Están muy presentes, son variados y finos, y como en toda Centroeuropa destaca el chocolate. Por las calles del centro histórico de Cracovia venden los ‘obwarzanki’, como unos bollos redondos (si son finos y más largos se llaman ‘precle’).

Entremeses en el Hotel Bania, en
 los Montes Tartar.
       Y, como anécdota, prueben los paczki, pastelitos a los que introducen confitura, dice el poema, “para que no se vayan volando”. El alma lírica llega hasta el postre…
     No debe asustar el alcohol que se puede consumir en un país frío, como Polonia.
 En él también es propio tomar café y, sobre todo, té (herbata). Aunque para degustar estas bebidas, sin duda, hay otros destinos más destacados. Polonia ya tiene bastante con todo el encanto de su comida...
Anna, gerente del Gospoda, en Poznan, un ejemplo de la alta calidad hostelera en Polonia.