Estilo Mandela, otra forma de hacer las cosas

Mandela  en su juventud fue boxeador y,
a veces, se mostraba como púgil fajador. 
::: OPINIÓN / SOCIEDAD

::: Concha Moreno
“De la manera más inesperada me llegó la noticia del fallecimiento del expresidente de Sudáfrica Nelson Mandela. De repente, en ese momento, todos mis planes y proyectos de escritura anteriores quedaron como borrados. El subconsciente me devolvió la imagen sepia de este hombre. La imagen de su salida de la cárcel, demacrado, cansado, agotado, apoyado en su mujer de entonces, pero con una sonrisa en los labios. Esa será siempre, para mí, su fotografía: la de su sonrisa…”. Así comienza este artículo de Concha Moreno, periodista española residente en México donde colabora en varios medios –entre ellos el ‘Por un México Inteligente’, y también en otros españoles.
     Sé, que en estos días –continúa Concha Moreno en su artículo–, van a correr ríos de tinta sobre su persona, sobre su trayectoria política, sobre su vida en general. Habrá quien, incluso, saque trapos sucios. Hay gente para todo. Pero la de corazón limpio solamente verá a un hombre que antepuso el bienestar de los demás al suyo. 

Al salir de la cárcel, él y su primera mujer recuperaron la política.
     Me gustaría poder describir cómo era, cuáles eran sus ideales, por si alguno de nuestros dirigentes lee este humilde artículo y toma nota, pero me parece que eso ya lo hizo él mismo, cuando afirmó: “En el curso de mi vida me he dedicado a la lucha del pueblo africano. He combatido la dominación blanca y he combatido la dominación negra. He promovido el ideal de una sociedad democrática y libre en la cual todas las personas puedan vivir en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir, hasta lograrlo. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”.

     Nació negro
     Lo tuvo todo en contra: nació negro e indígena –pertenecía a la etnia xhosa, motivo por el que se le llamaba cariñosamente Madiba–, en un país dominado por los blancos, y dirigido por un partido racista, pero la historia le va a recordar como el primer presidente no blanco de Sudáfrica y como la gran figura política del siglo XX. 

Hablaba con bondad, pero con firmeza.
     Comenzó militando en las juventudes del partido Congreso Nacional Africano cuando en su país los de su raza sólo tenían derecho a ser ciudadanos de segunda. Su lucha estuvo dedicada a acabar con el apartheid, lo que le llevó a organizar una y otra vez campañas de desobediencia civil contra las leyes segregacionistas.
     Era pacifista y siempre huyó de la violencia. Sus discursos nunca alentaron a tomar las armas. Abogó por el diálogo y la concordia, por alcanzar acuerdos honradamente. Pero sus arengas distaban mucho de complacer a los dirigentes de la época, por lo desestabilizante de sus propuestas, porque iban en contra de los intereses de las clases dominantes. Lo pagó con 27 años de reclusión en penosas condiciones.

     Voluntad de hierro
     Un número que también figurará en los anales de la historia como la fecha en que alcanzó la presidencia de su país, en el año 1994. Un número que representa los años de resistencia de una voluntad de hierro que no doblegaron ni las malas artes del Gobierno, ni de la gente de su propio partido, ni siquiera las de su esposa, quien no tuvo reparos en aprovecharse de su papel de consorte para su bienestar personal, aún a costa de la desgracia de los demás. 

Nelson Mandela y Frederik de Klerk reciben el Nobel de la Paz.
     La talla del dirigente africano quedó patente una vez más en 1998, cuando, codo con codo con el arzobispo Desmond Tutu –presidente de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación–, avaló las conclusiones de un informe que señalaban no solamente los abusos y crímenes del régimen segregacionista, sino también los cometidos por los diversos grupos de los movimientos de liberación, incluido el Congreso Nacional Africano, su propio partido.
     En unos momentos en que muchos países están inmersos en cambios importantes, en reformas que pueden traer la prosperidad o la ruina, nuestros políticos deberían hacer una pausa y reflexionar sobre sus postulados, sus ambiciones, sus componendas. Sobre qué y cómo están haciendo que estos países, supuestamente, avancen.
     Los políticos actuales de México o España, por poner sólo dos ejemplos, deberían mirarse en el espejo y dialogar con el que tienen enfrente, con su yo, y preguntarse: ¿tú a quién sirves, al país o a tus intereses? Y si deciden servir al país y no saben cómo, tienen un buen referente en un hombre que nos acaba de dejar después de 95 años dedicados, principalmente, a los demás: Nelson Mandela.

Mandela 'utilizó' el rugby, deporte nacional, para integrar  al país. 
     El ‘talante’ de sus frases
     Un hombre que nos ha dejado con su cuerpo, pero que vivirá eternamente entre nosotros a través de su ejemplo, del que son testigos sus propias frases:

--“Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo” (Mandela).
--“Si quieres hacer la paz con tu enemigo, tienes que trabajar con él. Entonces se convierte en tu compañero” (Mandela).
--“Mi ideal más querido es el de una sociedad libre y democrática en la que todos podamos vivir en armonía y con iguales posibilidades” (Mandela).
--“Si quieres hacer la paz con tu enemigo tienes que trabajar con él. Entonces se convierte en tu compañero” (Mandela).
--“Una buena cabeza y un buen corazón son una combinación formidable” (Mandela).
--“Debemos usar el tiempo sabiamente y darnos cuenta de que siempre es el momento oportuno para hacer las cosas bien” (Mandela).

El líder sudafricano recibe el Premio Príncipe de Asturias.
--“Si yo tuviera el tiempo en mis manos haría lo mismo otra vez. Lo mismo que haría cualquier hombre que se atreva a llamarse a sí mismo un hombre” (Mandela).
--“Una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada” (Mandela).
--“La democracia exige que los derechos políticos y de las minorías se resguarden” (Mandela).
--“Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo" (Mandela).
--“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo” (Mandela).


Concha Moreno
 Concha Moreno Sánchez es una periodista española que podría serlo de cualquier otro país  del mundo. Lleva en sus genes la impronta de la observación, el análisis y la denuncia, privilegios que no la permiten mantenerse al margen de la vida. Actitud que, por otro lado,  no la incomoda, porque uno de sus ascendentes más conocidos, Don Quijote de la Mancha, también vivió en sus carnes las consecuencias de este hiperactivo carácter. Redactora-jefe de la revista española de construcción Arte y Cemento –una de las más importantes de Europa entre 1978 y 1994–, Concha Moreno demostró muy pronto un talante y unas cualidades de comunicadora que forjaron en ella, años después, un perfil crítico y analítico que impregnan en la actualidad todos sus textos, salpicados en medios de comunicación de habla hispana de México, España y otros países, tanto en soportes de papel, televisión o Internet donde es asidua a las redes sociales.
     
      Documentación 
   Nelson Mandela en la Historia

     Nelson Rolihlahla Mandela nació en Mvezo, Unión de Sudáfrica, el 18 de julio de 1918 y murió en Johannesburgo, Gauteng, Sudáfrica, el 5 de diciembre de 2013. Conocido en su país  como Madiba –título honorífico otorgado por los ancianos del clan de Mandela–, también era llamado ‘Tata’.
Su última aparición, en el Mundial de Fútbol.
     Fue un activista, político y abogado sudafricano; estudió e hizo la carrera de Derecho en la cárcel. Tras estar preso por más de 27 años cumpliendo una condena que era de por vida, Nelson Mandela fue liberado, recibió el Premio Nobel de la Paz y fue elegido democráticamente como presidente de su país.
     Antes de estar preso había sido líder de Umkhonto we Sizwe, el brazo armado del Congreso Nacional Africano (CNA), creado a su vez por el Congreso de Sindicatos Sudafricanos y el Partido Comunista del país. En 1962 fue arrestado y condenado por sabotaje, además de otros cargos, a cadena perpetua. La mayoría de los más de 27 años que estuvo en la cárcel los pasó en la prisión-isla de Robben Island.
     Tras su liberación el 11 de febrero de 1990, Mandela trabajó en conjunto con el entonces presidente de Sudáfrica, Frederik Willem de Klerk, liderando su partido en las negociaciones para conseguir una democracia multirracial en Sudáfrica, cosa que se consiguió en 1994, con las primeras elecciones democráticas por sufragio universal. 
En su juventud fue afiliado comunista.
     Por su trabajo en conjunto, tanto Nelson Mandela como Frederik Willem de Klerk recibieron el Premio Nobel de la Paz de 1993. Posteriormente Mandela ganó las elecciones y fue presidente de Sudáfrica desde 1994 hasta 1999. Su prioridad estuvo frecuentemente en la reconciliación nacional.
     Su última aparición pública fue el 11 de julio de 2010 en la final del Mundial de Sudáfrica 2010, en la que la Selección de fútbol d
e España se proclamaría campeona.



Nelson Mandela fue un líder carismático que supo convencer a negros y blancos.