Teresa Olaizola convierte el barro en cerámica de lujo

Teresa Olaizola, en su taller.
::: ARTE

::: Esther Sarasola
En el caso de la ceramista Teresa Olaizola se puede decir que su cerebro se vale de sus manos para crear de manera mágica motivos de alto valor donde, aparentemente, antes no lo había, el barro. Es una delicia observarla –casi a pie de calle en el Casco Viejo, de Bilbao– cómo sus privilegiadas ideas toman forma de una manera delicada y armoniosa en cuencos, recipientes y motivos escultóricos variados, que surgen de pronto y manifiestan su pétrea e inequívoca belleza.
     “Los sentimientos y emociones que me invaden en cada momento los reflejo en mis obras. No lo puedo evitar, porque la cerámica
Engobes y esmaltes coloreados decoran la pieza final.
 es para mí parte de mis palabras, con la que también puedo expresarme”, dice con rotundidad y sin titubeos Olaizola, mientras pausadamente se seca las manos.
     “Sería poco real decir que las vivencias personales no influyen en el proceso de elaboración de las piezas de carácter más escultórico”, confirma la artista.
     Viéndola trabajar, una piensa que está ante el milagro de la transformación de la materia merced a una inteligencia joven y atenta, y a unas manos hábiles y curtidas en una profesión artística largamente reivindicada y bien aprendida.
     “¿Mis maestros?, en la Universidad tuve la suerte de encontrarme como profesor a Angel Garraza, que además dirigió mi trabajo de fin de master. Acabada la carrera pude aprender de grandes ceramistas, como el actual director de la Escuela de Muel, Juan Antonio Jiménez Fraca, y de la mano de Ramón Fort pude adentrarme en el oficio de la alfarería”.
Oquedades sinuosas de arcilla retan al espacio.

     Una vocación temprana
    
Teresa Olaizola nació el 5 de diciembre de 1986 en Bilbao, y a los 17 años se matriculó en la facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco. Finalizó la licenciatura en la especialidad de Escultura.
     ¿Por qué elegí después la cerámica?, porque siempre tuve claro que mi vocación era dedicarme a algo artístico, a pesar de haber realizado un Bachillerato de Ciencias. Posteriormente, en mi último año de carrera, decidí centrarme en la cerámica como mi expresión artística”.
     Al terminar los estudios, la joven Teresa Olaizola fue elegida para participar en uno de los ‘workshops’ (talleres, seminarios) de la fábrica de cerámica de Sargadelos (Lugo). Poco tiempo después realizó el master de cerámica ‘Arte y Función’ en la misma universidad (UPV) e hizo las prácticas en el Taller Escuela de Cerámica de Muel (Zaragoza).
Olaizola, una mirada alojada en la forma.
     “¿A quién admiro?, siento devoción por innumerables artistas reconocidos que trabajan la cerámica, como Arcadi Blasco, Giacometti, Enric Mestre o Carmen Ballester”.
     Pero Olaizola sabía que debía formarse más, beber de otras fuentes, aprender otras técnicas y estilos. Por eso, se vinculó a centros como la Escuela de Ramón Fort (Llers-Girona) o el Taller de Agostino Branca, de Tricase (Italia).
     “Actualmente dirijo mi propio taller y establecimiento comercial en la calle Belostikale, del Casco Viejo de Bilbao”.

    Volver al pasado
    
Un ceramista de corazón, ¿nace o se hace?
     Bajo mi punto de vista siempre hay una parte de vocación. Cuando era pequeña, sentía curiosidad por las prácticas artísticas, y a los 8 años comencé extraescolares de cerámica. Esto no quiere decir que se pueda encontrar la vocación en cualquier momento de la vida.



La cerámica de la artista vasca surge para contener...
     ¿Cuándo sus manos acarician la arcilla cree volver al pasado?
     Sí. El contacto con el barro nos trasmite esa calma que añoramos de adultos. Esto es algo que el alumnado aprecia mucho en los cursos y talleres que imparto.
     Se ha convertido en profesora…
     Sí. Doy cursos en mi taller de Bilbao y también en otros espacios, como en el Museo Guggenheim.
     ¿Qué técnica emplea con el barro?
     Actualmente, que estoy más dedicada a la producción, utilizo diferentes técnicas como el torno, el modelado, el moldeado o el pellizco.



Pellizcos certeros conforman la imagen final deseada.
      Barro y tecnología
     ¿Qué arcilla utiliza?
     En estos momentos utilizo diferentes arcillas de baja temperatura, como el barro rojo, la loza y la arcilla negra de manganeso. De alta temperatura, refractarios de varios colores.
     ¿De dónde proceden?
     De diversos lugares del mundo, pero a mí me los facilita mi proveedor habitual de materiales.
     ¿Cómo es su equipamiento tecnológico?
     Muy tradicional, estoy muy pegada al oficio clásico. Eso sí, hace poco he cambiado el torno antiguo de pie por uno eléctrico. El horno de cocción y secado también es eléctrico. Ocasionalmente utilizo una laminadora manual, a pesar de seguir trabajando con los mismos rodillos que antiguamente se utilizaban.

Cuenco de Olaizola exhibe su seña de identidad.
     ¿A cuántos grados cuece sus piezas?
     Las arcillas de baja temperatura las cuezo sobre los 1.000 grados y las de alta temperatura sobre los 1.300.
     ¿Qué técnica utiliza en la pigmentación?
     Actualmente, utilizo sobretodo engobes y esmaltes coloreados con óxidos naturales y artificiales, aunque puntualmente puedo utilizar tizas, grasas o lápices cerámicos.

     Contenedores…  y formas
     ¿En qué objetos o motivos se centra su creación?
     Parto de la idea primitiva del cuenco como contenedor, de la mano como recipiente, para, posteriormente, generar volúmenes o formas más alejadas de la forma habitual del cuenco.

Volúmenes y formas alejados de la realidad del espectador.
     ¿Desecha la técnica ortodoxa cuando quiere imprimir su alma?
     Sí. Para las piezas más personales y únicas me centro más en un modelado menos ortodoxo, aunque para el resto de piezas, más en serie, sigo utilizando las técnicas de siempre.
     ¿Trabaja en horario fijo o anárquico?
     Actualmente, al tener un espacio abierto cara al público, me he visto obligada a tener que abandonar mi ‘anarquía’.
     Cuando saca las piezas del horno, ¿cree que ha creado o fabricado?
     Al tener dos líneas diferenciadas de productos, al abrir el horno encuentro creaciones propias pero también producciones más en serie.
     En el siglo XXI, ¿un artista europeo puede vivir de esto?
     En el norte de Europa, tanto la cerámica como otras prácticas artísticas están más valoradas, y es cierto que hay un mayor número de ceramistas que viven de ello.



La arcilla cromática...
     ¿Y en España?    
     Estos años estoy comprobando que aquí las personas valoran menos la cerámica. En concreto en Euskal Herria (País Vasco) está mucho más valoradas la talla de piedra o madera, y los ceramistas locales seguimos en la lucha de la defensa de la cerámica como práctica artística y artesanal de primera línea.
     ¿Ha intentado la baldosa o azulejo?
     A día de hoy, a pesar de haber realizado algún mural, mis intereses no van dirigidos en esa dirección puesto que siempre me ha interesado la parte más formal que la decorativa.



La arcilla o la porcelana muestran posturas casi ociosas.
      Un precio
     ¿El ‘precio justo’ de las ONGs es volver a empezar?
     Sinceramente, el trabajo realizado por las ONGs y el que yo realizo son completamente diferentes, por lo que no son un competidor directo para mí, ni yo para ellos.
     ¿Nos puede hablar de sus tarifas?
     Por supuesto, es por este motivo económico por lo que intento hacer una parte de la producción en serie, para que pueda ser más asequible. Mis piezas oscilan entre los 15€ y 40€, pero también tengo una línea de objetos únicos con un precio más elevado ya que llevan mucho más tiempo de manufactura y diseño. 
A veces, el fondo de la obra de Olaizola es el principio.
     ¿Cuándo crea piensa en arte o en utilidad?
     Pienso en ambas, puesto que tengo dos líneas de producciones distintas, y en la más utilitaria también entra en juego la parte artística.
     ¿Ha participado en exposiciones?
     He participado en diferentes exposiciones colectivas en las que me han llamado.
     ¿A veces trabaja por encargo?
     Sí, aunque no es la manera con la que más disfruto. Sobre todo ahora,  que trabajo a pie de calle, son bastantes las personas que vienen con encargos muy diversos. 

Cuencos, recipientes y volúmenes que nacen de la obra artística para convertirse en objetos domésticos singulares.